Región japonesa de Fukushima forja su futuro renovable tras desastre nuclear
Once años de su pesadilla nuclear, la región japonesa de Fukushima apuesta a un futuro renovable, invirtiendo en plantas solares a lo largo de la costa, microrredes de energía verde y producción experimental de hidrógeno no contaminante.
El 11 de marzo de 2011, un terremoto desató un mortal tsunami en el noreste de Japón, el cual provocó un derrame en la planta nuclear de Fukushima y obligó a evacuar la zona por temores de radiación.
Un año después, el gobierno regional de Fukushima se fijó el objetivo de satisfacer todas sus necesidades energéticas con fuentes renovables para 2040, una política que quiera ayudar a los residentes a "recuperar" el lugar al que llamaban su hogar.
Desde entonces se han hecho progresos substanciales, en parte gracias al considerable apoyo financiero del gobierno nacional.
Las renovables produjeron un 43% de la energía consumida en Fukushima en el año fiscal 2020 contra 24% en 2011.
Pero subsisten obstáculos, desde el costo más alto para los consumidores hasta la preocupación persistente por la contaminación.
"La voluntad de impedir una repetición de ese accidente fue el punto de partida más importante" de este proyecto, dijo a AFP el director de energía del departamento de planificación de la prefectura, Noriaki Saito.
Un reluciente campo de paneles solares se extiende en una franja costera al norte de la castigada central, en una ubicación antes reservada a la tercera planta nuclear de la región, un proyecto abandonado tras el tsunami.
La energía generada en ese lugar, completado en 2020 y con el tamaño de 25 campos de fútbol, se usa para generar hidrógeno, un combustible limpio cuando se genera con electricidad renovable y una de las esperanzas niponas para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
El combustible producido gracias al Campo de Investigación de Energía de Hidrógeno de Fukushima, en la localidad de Namie, se ha usado hasta ahora para pequeños proyectos, algunos vinculados a los Juegos de Tokio, y para impulsar vehículos de pila de combustible en la zona.
"En el futuro cercano, mucha más energía renovable llegará a la red" en Japón, dijo Eiji Ohira de NEDO, el organismo de investigación público que administra la instalación.
El centro aspira a absorber energía renovable de la red nacional en los días que haya superávit de producción y ayudar a reducir el desperdicio de electricidad a la vez que genera hidrógeno verde, señaló a AFP.
- "Espada de doble filo" -
La región de Fukushima ya disponía de presas hidroeléctricas, pero ahora aparecen granjas eólicas, plantas de biomasa y campos de paneles solares en tierras abandonadas tras el tsunami.
Pero no toda su población está convencida.
El precio es todavía problemático, según Apollo Group, un pequeño proveedor de energía en Fukushima que ha impulsado sus ofertas de renovables en años recientes.
El precio de la electricidad producida por energía solar es "un poco más alto" que el de la convencional, indicó su consejero delegado Motoaki Sagara.
"Cuando explicamos esto a nuestros clientes, a menudo dicen que prefieren electricidad más barata. Siento que todavía no lo entienden", dijo a AFP.
Los subsidios públicos le dieron el impulso a Apollo para cambiar, pero Sagara explica que es "una espada de doble filo", porque los negocios como el suyo acaban dependiendo de estas ayudas y sufren sin ellas.
- Microrredes -
Otro proyecto de renovables que intenta ganarse a los residentes son las "microrredes", en las que la electricidad se produce y consume en el mismo lugar.
Katsurao, una pequeña ciudad cerca de la planta de Fukushima, fue evacuada por la contaminación radioactiva entre 2011 y 2016 y dispone ahora de solo 450 residentes, menos de un tercio de su antigua población.
Un antiguo campo de arroz, usado para almacenar materiales radioactivos cuando los operarios realizaban las primeras tareas de desmantelamiento, alberga ahora una granja solar cuya electricidad es dirigida directamente al pueblo.
El proyecto está operativo desde 2020 y Seiichi Suzuki, vicepresidente de Katsurao Electric Power, llama al municipio "la primera comunidad autónoma con una microrred" de Japón.
"Los aldeanos (...) expresaron un fuerte deseo de vivir con fuentes naturales de energía" cuando volvieron a sus casas tras las largas evacuaciones, dijo.
Por ahora la instalación cubre de media un 40% de las necesidades anuales del pueblo, donde el espectro del desastre nuclear se cierne sobre otros proyectos.
Los residentes se opusieron a una estación de biomasa planificada porque temían que pudiera producir emisiones radioactivas si se usaba material de zonas todavía contaminadas de la región.
Pero la estación solar ayudó a Hideaki Ishii, un trabajador en un restaurante familiar y una tienda de alimentación en Katsurao, se sienta más seguro en su casa.
"Cuando utilizas electricidad creada en la comunidad, es más fácil ver cómo se ha generado". "Me siento más seguro de esta forma" y "es bueno para el medioambiente", afirmó.
(P.Vasilyevsky--DTZ)