Deutsche Tageszeitung - Pekín-2022, unos Juegos ni blancos ni verdes

Pekín-2022, unos Juegos ni blancos ni verdes


Pekín-2022, unos Juegos ni blancos ni verdes
Pekín-2022, unos Juegos ni blancos ni verdes

Una cinta blanca que serpentea a través de la maleza árida: la imagen de las pistas de esquí alpino de los Juegos de Pekín-2022 captada desde su vuelo hacia China por el esquiador alpino noruego Kjetil Jansrud podría resumir "la aberración" medioambiental denunciada por los expertos.

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Es uno de los compromisos fuertes de los organizadores de los Juegos de 2022 (4-20 de febrero): los Juegos de Pekín serán "verdes" y "limpios", insisten, asegurando que la electricidad consumida en las pruebas olímpicas será enteramente de origen renovable, "algo nuevo en la historia", donde un 85% de los vehículos utilizados para la quincena olímpica rodarán con electricidad o hidrógeno.

En Zhangjiaku, la ciudad a 180 km al noroeste de Pekín, donde tendrán lugar las pruebas de esquí nórdico, de biatlón, de esquí freestyle y de snowboard, bosques de molinos de viento pueden producir 14 millones de kilovatios por hora.

Las montañas de alrededor están recubiertas de placas solares de una capacidad adicional de siete millones de kilovatios por hora, mientras que 33.000 hectáreas de bosque y de vegetación (47.333 hectáreas en Pekín) fueron plantadas desde 2014 para compensar las emisiones de carbono.

Cuando un informe del comité de organización fue publicado a mediados de enero, el COI señaló que "los principios de sostenibilidad habían sido integrados en todas las etapas de la preparación de los Juegos, para minimizar los impactos negativos de los Juegos y maximizar los efectos positivos".

Pero ni el visto bueno del COI ni las medidas tomadas por los organizadores dan seguridad a los expertos interrogados por la AFP.

- "Irresponsable" -

"Organizar unos Juegos en esta región es una aberración, es irresponsable", se lamenta la geógrafa Carmen de Jong, de la Universidad de Estrasburgo, respecto al recurso exclusivo a la nieve artificial y por tanto mucha agua para llenar de nieve sitios de competición olímpicos situados en un clima árido/semiárido, a solo 1.500 km al sudeste del desierto de Gobi.

"Estamos en una región ya con penuria de agua, es el problema principal", añade. "Según cálculos muy conservadores, de los diez sitios de competición de nieve, a razón de 10.000 m3 de nieve por hectárea, harán falta unos dos millones de m3 de agua".

"Se han colocado los Juegos de Invierno donde no debían ser colocados", se queja Martin Müller, del instituto de geografía y durabilidad de la Universidad de Lausana (Unil).

"Vamos a hacer daño al ecosistema, faltaba una gran parte de las infraestructuras", añade el universitario, que deplora también la ausencia de "transparencia que permitiría evaluar estos Juegos con respecto a otros en materia medioambiental".

Aunque no se atreve a presentarlos de entrada como los Juegos más dañinos para el medioambiente de la historia, Martin Müller rechaza la apelación de "Juegos verdes": "No estarán entre los Juegos más durables (...), ya que la durabilidad de los Juegos está bajando desde la década de 2010", recuerda, en referencia a los de Sochi en 2014 y de Pyeongchang en 2018, e incluso los de Vancouver en 2010.

- ¿En Catar? -

El ejemplo de Pekín con su clima, deficitario en precipitaciones y en nieve pero con temperaturas extremadamente bajas, podría abrir una nueva era, apunta por su parte Robert Steiger, de la Universidad de Innsbruck.

"En el futuro, puede que los Juegos sean atribuidos solo a ciudades con un clima muy frío como Pekín, ya que incluso sin nieve natural, desde el punto de vista del desarrollo de las competiciones, no hay ningún problema en este tipo de clima" sin caídas de nieve repentinas o recalentamiento brutal de las temperaturas, explica el universitario austríaco.

En un contexto en que se hacen menos frecuentes las ciudades candidatas a la organización de los Juegos de Invierno (dos para los Juegos de 2022, Pekín y Almaty) frente a los costos financieros y medioambientales, sobre todo en Europa, estamos "en una bifurcación", reconoce Martin Müller.

"¿Aceptamos el principio de solo poner nieve artificial? Es una cuestión política que alargaría el número de ciudades candidatas, pero también es una cuestión completamente ética y ecológica", señala el profesor de la Universidad de Lausana.

"El próximo paso es decir: ya no necesitamos montañas, podemos construir algo artificial, en Catar, si podemos ya climatizar estadios de fútbol (para el Mundial-2022). Aparte del descenso, donde es necesario un desnivel de 800 m, para el resto, es posible", concluye, preocupado.

(A.Stefanowych--DTZ)